domingo, 27 de enero de 2013

Un viaje de ida y vuelta


Era un lunes soleado de enero… MUY soleado. Cuarenta grados a la sombra, si la hubiera. Hermoso día de verano para disfrutar del calor en la playa, no para estar en la ciudad esperando el 106, para ir al ginecólogo con mi tercer hijo.

Por las dudas y siempre por las dudas, llevaba más equipaje que cuando me fui a Macchu Picchu de mochilera. Me faltaba el pucho -y sobre todo los billetes- y estaba hecha un EKEKO.

Así como estaba, paré el colectivo como pude: haciendo señas con la cabeza. 
El chofer entendió la indirecta y acercó el colectivo al cordón de la vereda.

-¡Deje que la ayudo, señora!

El tipo se bajó, cargó el cochecito y me ayudó a subir con mi bebé, el bolso de los pañales, mi cartera y una botella de agua litro y medio de reserva.

-¡Gracias! -dije sorprendida por su caballerosidad- Hasta Callao, por favor.

Definitivamente, ESE era mi día de suerte. El colectivo llegó enseguida, me tocó un chofer macanudo y, por si fuera poco, había lugar para sentarse. 

(¿Mi día de suerte dije? Se ve que no sabía la que me esperaba.)

Tenía por delante, un laaaarrrrgo viaje para DORMIR, que sin duda, era lo que más anhelaba en la vida!!! Cuando estaba a punto de quedarme frita, a punto de chorrear baba por el costado de la boca… de golpe y sin previo AVISO, escuché:

-¡¿Qué calor que hace, no?!
(¿Me habla a mí? Quería creer que no, peeeero…)
Miré a mi izquierda, y sí: ahí estaba el chofer, esperando que le diera una respuesta obvia.
Apenas si pude responder con un escueto “ahá”, mientras se me caían los párpados, vencidos por el cansancio.
-¡Hace mucho calor! - insiste.
Lo espío de reojo. El bebé roncaba de lo lindo. Era una oportunidad única para descansar, aunque sea cabeceando a lo largo del viaje.
-Sí, mucho. –respondo resignada.
(Fin de la conversación. Ahora sí: a dormirrr.)
-¡Calor de loooocos!
(Uy! Del susto, me pegué la cabeza contra la ventanilla)
-Eh? (abrí un ojo) Ah, sí. (tratando de retomar el sueño.)
-Encima el patrón no pone el aire acondicionado.
(Qué lo parió! Justo hoy que el bebé está tranquilo y mis otros dos hijos están en la colonia).
-Decí que me voy de vacaciones en unos días.
Sólo me dió tiempo de cabecear una vez más.
-Me voy a Florianópolis.
(Y yo me voy al ginecólogo. Si querés cambiamos.)
-Ahí vive mi abuela. Voy todos los años. –dice orgulloso- Y ya sé hablar portugués!
-Mmmhh. Qué bueno!
-Vos sabés que mi abuela me pregunta “¿Qué estas fazendo?”, y yo ya sé qué contestarle.
(Yo sé que estás "fazendo", chabón! Me estás cagando la siesta en todos los idiomas.) Se lo hubiera dicho, pero opté por la vía diplomática:
-Ahh…
Me debe haber leído la mente, porque no siguió insistiendo. Pensé que había logrado mi minuto de sueño hasta que:

“Palito, bombón heeeeladooooo!!!” Casi como en la playa. No sé si como en Florianópolis, pero como en la Perla, seguro.
-¿Me llevás hasta Nazca, pibe? El chofer lo ayuda a subir y se ponen a hablar.
Buenísimo: pasé la posta... o eso creía yo.
-Y, ¿cómo anda tu novia?
(Se pone rojo de vergüenza) -No. Me separé hace poco.
(Eso lo explica todo.)
-Tomá nene, te dejo un helado. Me bajo en la próxima.

"¡Sonamos!", pensé. "Me va a tomar de punto de nuevo para dar el servicio meteorológico." 
-Tené, yo no puedo tomar helado y manejar al mismo tiempo.
(Y yo tampoco puedo dormir y tomar helado, pero… helado por $1,70.- que sale el boleto, no me iba a andar haciendo la difícil.)

Me lo fui comiendo mientras el repetía:
-¡Qué calor! ¡Qué barbaridad!
Sólo cambiaba de tema cada vez que subía un pasajero:
-¿Cuánto?
-$1,70, por favor.
-¿Qué calor, eh?!
-¿Cuánto?
-¡¿Me deja en lo del psicólogo?!
-Ni idea, flaco, pero subí que… hace calor!

El tipo sacó el boleto a lo del psicólogo y se sentó. Adivinen dónde. Sí: justo al lado mío. ¡Lo que me faltaba! Pegué la cara a la ventanilla, por si acaso se le ocurría darme conversación… y podés creer que se le ocurrió:
-Voy a lo del psicólogo!
 (No entiendo por qué.)
-Los jueves.
-Y bueh…

Traté de evitarlo. Hice como que hablaba con el bebé, pero estaba en su quinto sueño (que envidia).

-¡Una vez por semana! (Me grita)
(No te puedo creer. ¿Con una vez, te alcanza?)
-Ochenta pesos, me cobra.
(Agarrá viaje flaco, que por el laburo que tiene, te lo está regalando.)

De repente, saca una billetera y me muestra:
-Estas son mis dos hijas: Mercedes y Luján.
(¿No me digas? Y si tenías un hijo ¿qué le ponías? ¿Acceso Oeste?)
-Se parecen mitad a la mamá y mitad a mí.
-¡Qué suerte!
-Es que así son los hijos, mitad y mitad.
-Mmmhh! (Mientras no saquen tu personalidad, venís tranqui…)
-La madre no es muy linda, pero igual me salieron bastante bien, ¿no?
-Y...
-Lo que pasa es que soy separado… por eso voy al psicólogo.
(Flaco, lo raro no es que seas separado, sino que alguna vez hayas estado en pareja.)

El chofer se solidarizó conmigo y se metió para sacarle tema de conversación. (Bueno... su UNICO tema de conversación.)
-Qué calor, no?
-Sí, y encima yo tengo que ir al psicólogo.
-Tiempo loco, eh?!
-Y yo voy al psicólogo.

Así estuvieron por un rato largo hasta que dijo la palabra que todo el pasaje esperaba: “Parada, por favor”. Si fue al psicólogo o no, es un misterio que nadie pudo develar hasta estos tiempos. Lo que les puedo asegurar es que me terminó de cagar la siesta. Yo me tenía que bajar en la próxima.

Caminé hasta el consultorio. DIEZ cuadras. A los rayos del sol con el bebé, todo el bagaje y el cochecito, que se trabó y tuve que cargar al hombro. (Ahora entiendo por qué el EKEKO va en chancletas y no en sandalias con plataforma de corcho como yo... aunque para Ekeko, venía baja en recaudaciones: sólo ligué un helado).

Después de pasarme dos horas de espera en lo del médico y 5 minutos que duró la consulta, VOLVI a casa. Esta vez, fueron DOCE cuadras hasta la parada. El colectivo llegó enseguida. (Definitivamente, ese era mi día de suerte. Al final, uno se queja de lleno).

Subí como pude y enfilé para los asientos de a UNO (esta vuelta me avivé). Apoyé tranquilamente la cabeza contra la ventanilla, abracé fuerte a mi bebé y cerré los ojos decidida a dormir plácidamente… hasta que escucho:

-Me lleva? Vengo del PSICOLOGO.
-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

1 comentario:

  1. SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSelente!!!!

    Igual, escuchado en vivo y en directo con acting incluido es insuperable.

    Exitos!!

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